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Los convertidores catalíticos, más vigentes que nunca

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Como parte del sistema de escape del auto, este dispositivo transforma en agua y dióxido de carbono los hidrocarburos que se hallan en los gases de combustión.

El inicio de la pandemia trajo consigo una tregua con el planeta. La disminución del tráfico en los primeros meses de restricciones a la movilidad permitió la reducción masiva de contaminantes asociados con los motores de combustión interna.

Más específicamente, después del primer año de las medidas de confinamiento, la actividad media mundial de las carreteras cayó un 50 % en comparación con 2019, según la Agencia Internacional de Energía. Un aporte ambiental más que valioso a sabiendas que la quema de combustibles fósiles representa casi una cuarta parte de las emisiones de CO2 por actividades humanas.

Sin embargo, tal como más de un analista lo preveía, apenas se dio luz verde para el tránsito corriente de todo tipo de vehículos, los niveles de las concentraciones atmosféricas de CO2 también recuperaron su ritmo corriente, e incluso más acelerado.

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Frente a ello, una de las piezas claves para controlar y disminuir las emisiones contaminantes de cada vehículo son los convertidores catalíticos. Tal como lo sostiene Don Davis, gerente nacional de Ventas y Marketing de Davico, fabricante de línea completa de convertidores catalíticos, esta pieza es parte del sistema de escape del vehículo diseñado para limpiar y convertir los contaminantes nocivos del escape del motor en gases menos nocivos antes de que abandonen el sistema de escape del automóvil.

“Dentro de un convertidor catalítico, los gases de escape fluyen a través de una densa estructura de panal hecha de cerámica y recubierta con los catalizadores. El convertidor catalítico no es solo un simple filtro, en realidad cambia la composición química de los gases de escape al reorganizar los átomos de los que fueron hechos”, explica Don Davis.

Una pieza en la línea de escape
Si bien la patente del catalizador data de 1952, solo en la década del 70 lo incorporaron la mayoría de los vehículos a gasolina. Antes de que este fuera desarrollado, los gases de desecho nocivos producidos por el motor del automóvil salían directamente del tubo de escape hacia la atmósfera.

En 1975, tres años después de la Primera Cumbre del Clima en Estocolmo (Suecia), los fabricantes de vehículos americanos introducen los catalizadores en correspondencia al Plan de Aire Limpio de Estados Unidos exigido por la Environmental Protection Agency (EPA). Este requería que todos los vehículos redujeran sus emisiones en un 75 % en los próximos cinco años.

En 1984, la ley alemana obligó a que la línea de escape de los carros a base de gasolina incorporara un convertidor catalítico.

La segunda Cumbre de la Tierra se realizó en 1992 en Río de Janeiro (Brasil). Ese año, mientras en Europa se hacía más restrictiva la normativa Euro (1988) que obliga a reducir las emisiones a través de medidas como la eliminación del plomo en las gasolinas y la incorporación de catalizadores, países latinoamericanos como México iniciarían su utilización a partir de convertidores catalíticos de dos vías; tres años después se extendería a los de tres vías.

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“Los convertidores catalíticos hacen una contribución significativa a la calidad del aire y la prevención de la contaminación del aire al disminuir significativamente los gases tóxicos emitidos a la atmósfera”, comenta Davis, quien explica que la emisión de estos gases de efecto invernadero y otros contaminantes del escape de los automóviles es perjudicial para la salud humana y el medio ambiente.

A su vez, trae a colación algunos estudios que han demostrado que los convertidores catalíticos reducen los hidrocarburos en casi un 87 %, el monóxido de carbono en un 85 % y las emisiones de óxido nitroso en un 62 %.

En la actualidad, tanto los vehículos diésel como de gasolina cuentan con este componente en su motor de combustión interno. De esta manera, los gases nocivos que expulsa el motor como el monóxido de carbono y los hidrocarburos sin quemar se oxidan y se convierten en dióxido de carbono y agua. A su vez, reduce los óxidos de nitrógenos, transformándolos en nitrógeno.

Posibles fallas y señales de alarma
Si bien este dispositivo tiene una vida útil de alrededor de diez años, es posible que se presenten obstrucciones por cuenta de la entrada de aceite del motor o líquido refrigerante que penetra el sistema de escape y se quema dadas las altas temperaturas.

Como indica Davis, el convertidor es solo parte de un sistema complicado; no hay partes móviles, pero pueden dañarse fácilmente debido a fallos de encendido del motor, aceite contaminado, combustible defectuoso, sobrecalentamiento, edad, kilometraje del vehículo, mantenimiento deficiente del motor y más.

“El exceso de carbono y hollín reduce la eficiencia de los convertidores catalíticos y puede afectar negativamente el rendimiento del motor y el ahorro de combustible”, sostiene el profesional de Davico, que recomienda utilizar un tratamiento profesional de descarbonización del motor cada 80.000 o al reemplazar el convertidor.

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Un signo claro de esta falla es la pérdida de potencia del carro. Además, se evidencia una mayor cantidad de humo producto de dichos gases no filtrados de forma apropiada, y el surgimiento de impurezas en la gasolina como el azufre que deriva en sulfuro de hidrógeno, el cual a bajas concentraciones produce un olor desagradable.

Por otro lado, la baja eficiencia del convertidor en niveles insuficientes trae consigo una señal de alarma en el tablero del vehículo. A ello se suma que el piso puede calentarse al punto de provocar un incendio al interior del mismo.

Ante esos avisos, se debe revisar el código de falla correspondiente para cambiar el sistema, que ha de contar con un mantenimiento oportuno.

En esa medida, es imperioso chequear el estado de las bujías y de encontrarse en mal estado reemplazarlas, tal como el filtro del aire y de gasolina, así como el aceite del motor.

El mal funcionamiento de las bujías lleva a que la gasolina que entra en el cilindro se filtre por el tubo de escape sin quemar y al ingresar al catalizador lo destruya internamente, mientras que un exceso de aceite también da pie a la entrada de partículas que lo deterioran. Los ruidos metálicos del tubo de escape pueden advertir dicha situación.

Materiales de valor
El inicio de la pandemia trajo consigo un fenómeno contraproducente para ese efecto de preservación del planeta. El robo de los convertidores catalíticos se disparó en países como Estados Unidos, donde conducir sin esta herramienta es ilegal. Nada más en 2021, el hurto de esta pieza aumentó 12 veces más que en 2019 al pasar de 3389 denuncias de robo a más de 52.000, de acuerdo a la Oficina Nacional de Delitos de Seguro (NICB por sus siglas en inglés).

“Los convertidores catalíticos contienen tres metales muy costosos que ayudan en el proceso de reacción química que hace que los contaminantes de escape sean menos dañinos, que son platino, paladio y rodio”, señala Davis.

Esto llevó a que más de una veintena de estados introdujeran leyes regulatorias, tal como el proyecto de ley presentado en la Cámara de Representantes que entre otras exige el mantenimiento de registros para compradores y vendedores de convertidores.

Justamente desde la Cámara, un representante (el republicano Jim Baird, del estado de Indiana) sostuvo que el valor de las materias primas de los convertidores se incrementó por cuatro durante la pandemia (US$1300 por onza), en especial el platino. De ahí que sean tan apetecidos en el mercado negro, al que paran después de que son cortados los tubos a los cuales están unidos.

“Los convertidores catalíticos son bastante fáciles de robar, especialmente en vehículos que se encuentran a mayor altura del suelo, como SUV y camionetas. ¡Los ladrones pueden cortar un convertidor en menos de 90 segundos!”, advierte el gerente nacional de Ventas y Marketing de Davico (presente en AutoAméricas con el booth 507).

Las autoridades sugieren que, en caso de ser víctima del robo del catalizador, es preferible instalar uno nuevo para no perjudicar otros elementos valiosos del automóvil.

Un proyecto de ley firmado por el anterior gobernador de Arizona, Doug Ducey, obliga a que el registro de compra de todo convertidor catalítico sea enviado al Departamento de Transporte de dicho estado y se grave un número de identificación único para disuadir al posible delincuente.

Para disuadir a la Tierra del efecto de los gases de combustión interna, un componente como el convertidor catalítico es indispensable. Para Don Davis, con investigación y desarrollo continuos es probable que estos se vuelvan aún más efectivos y eficientes en la reducción de la contaminación.

“Igual de importante es la educación y capacitación continuas para los técnicos y las instalaciones de reparación para comprender los sofisticados sistemas de gestión del motor de hoy en día y para diagnosticar, probar y reparar con precisión cualquier problema relacionado con el convertidor percibido”, remarca luego de apuntar que el futuro parece brillante para los convertidores catalíticos a medida que la categoría sigue creciendo.


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